Despertó sintiendo su cuerpo pesado y dolorido, con punzantes presiones en la espalda, antebrazos y muslos, un sudor frío aposentado en las axilas y en la frente, más un áspero manto en su nuez, subrayaron la resaca de la noche anterior. Miró a su derecha y ahí estaba él, una mañana más, despertaban juntos, respiraba profundamente, no llegaba a roncar, algo que la sorprendió; ése rostro relajado, con la barba espesa de tres días y las arrugas que aparecían por su frente de tanto fruncir el ceño, se le presentaron curiosamente como hermosas a pesar de todo. Sabía muy bien que él no era de ése tipo de hombres en los que ella solía fijarse, le recordaba a alguien familiar pero no tenía certeza alguna de quién pudiera tratarse; se preguntó cuanto tiempo duraría aquello, todo acontecía a ritmo vertiginoso, algo que precisamente no la agradaba, especialmente cuando no podía reflexionar lúcidamente sobre sus actos, algo en su interior le día que tarde o temprano, se arrepentiría, para su desdicha.
Recordó llorar en el baño mientras se aseaba en el bidé tras haber hecho el amor en la madrugada pasada, algo que la ocurría frecuentemente con cualquier tipo de relación, tanto esporádica, como continúa, no se la escapaban las lágrimas por alguna razón en concreto, no, simplemente brotaban solas, acompañadas de una angustia todopoderosa que surgía de sus entrañas; pensó en que tal vez, en lo más profundo de ser, era una mujer tradicional y conservadora, por ello los sollozos, como una especie de daño que se sometía a sí misma, aunque recordó que desde su primera pareja estable, aquella que parecía que iba a ser eterna –aunque apenas duraron cinco meses- le ocurría lo mismo.
Sonó el teléfono y el perro ladró un par de veces, la cabeza le iba a estallar de un momento a otro, quería coger el teléfono para saciar esa maldita presión, pero ni era su casa, ni era quien para cogerlo. Él se despertó sobresaltado, como perdido y desorientado, miró primero a ella y rápidamente se incorporó cogiendo el teléfono.
-¿Quién?- inalámbrico, desnudo fue hacia otra sala del apartamento- Ey… ¿Qué tal? Me acabo de despertar… sí, ya- guardó silencio- No sé, espera. Aidé… Aidé ¿Qué hora es?
-Doce y media- murmuró
-¿Cómo?
-Las doce y media- dijo más alto, en aquel momento, el perro se subió a la cama y empezó a darla lametazos- ey… buenos días canito canalla, buenos días…- acariciándole detrás de las orejas, se tumbó patas arriba a la espera que le rascase el pecho- ¿Qué quieres, eh condenado?¿Qué quieres?- llenándole de mimos y carantoñas, empezó a aullar de singular manera- Sí, si, claro, claro pequeño… claro, claro.
-¡¿Queréis callaros joder?! Estoy hablando ¡Maldita sea!- y en ese preciso instante, el perro se levantó y se metió bajo la cama, Aidé en tanto se volvió con gesto despectivo, se incorporó y buscó por la mesilla el paquete de cigarrillos- Bueno, estaré allá cuando pueda… te he dicho que cuando pueda… venga… nos vemos- volvió al dormitorio, la miró encogiéndose de hombros- ¿Qué? Joder, no escuchaba nada- depositó el teléfono en su sitio y empezó a vestirse- Tú y tus delicadezas Aidé… no puedes estar todo el puto entre algodones- abrochándose los pantalones, después el cinturón, buscó por el suelo sus botas- en el fondo eres una niña, una inmadura… aunque la culpa es mía, podría ser tu padre si me descuido…
-¿Adónde vas?- preguntó interrumpiendo la archiconocida cantinela
-No importa- se puso la camiseta azul que encontró arrugada junto a los calcetines del día anterior. Ella mantenía su mirada fija en él, fumando lentamente su Fortuna- ostia Aidé, no me mires así- se aproximó a su vera y le dio un bese en la frente- tengo cosa que hacer… ¿Te hace un café escocés? ¿Un desayuno a lo Bunbury?- ella sonrió torcidamente, achinando la mirada, adoraba esa forma que tenía para saltar de un estado a otro como si nada hubiese ocurrido, borrándolo todo- venga, anda princesa- dijo agarrándola del brazo, sacándola de la cama- así sacamos a Beto.
-Mmm…- estirándose felinamente, bostezando, masculló- le has asustado, está bajo la cama.
-Menudo problema…- se burló- Beto – silbó- Beto, sal, vamos a la calle- acto seguido, el perro dio un ladrido y fue corriendo a la puerta -¿Lo ves?
-Una ducha rápida, salgo enseguida… tengo una resaca que no aguanto- rápidamente se levantó de un brinco y fue al baño.
sábado, 19 de abril de 2008
Lady Sisiak & Seres Dormidos XIV
Etiquetas: Lady Sisiak y Delirium Tremens
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3 comentarios:
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mmm...Se levantó de un brinco y fué al baño...
¿Y?
;-)
Que pasó?
Esperemos que nos enteremos dentro de poco.
(Lo leí ayer) Hoy no voy a clase hasta las 12, así que leere lo que me falta.
Besos
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