-Si le estás esperando, suele tardar- informó pegando un trago a su botellín
-En realidad, no le espero
Rodrigo, se llamaba, nunca anteriormente le había visto, compositor frustrado, recién llegado a la ciudad cosmopolita, se ganaba la vida impartiendo clases particulares de piano; en menos de media hora, ya le había ofrecido trabajar juntos, algo que Aidé, rechazó sin motivo, la realidad era que no quería pensar en ese preciso instante de la mañana, simplemente quería zambullirse por el presente, olvidando, algo que estaba convirtiendo en una sensación usual de su día a día; sin embargo, por otro lado, había algo en él que bien le resultaba familiar, como si se conociesen de toda la vida, como si un vínculo extraño les atase en la más simple, sencilla y natural confianza, riéndose, haciendo bromas… Sólo y solos en la terraza de aquel bar, desértico de clientela, un tugurio de mezquindad, con el aroma espeso del aciete, de la fritanga, obscuro a pesar de su amplio ventanal, asfixiante por la redundancia de elementos decorativos sobre una pared blanca, ante un suelo de azulejos azul trillado por los años de uso. No quería o no podía hablar repentinamente, había quedado sumergida en un estado de buceo por los mares del recuerdo, de un inconsciente quebrado del pasado, intentando hallar conexión alguna, lo cual la frustraba, queda pues reducida a un pequeño intérprete repleto de inseguridad, inmadurez, timidez, una de sus múltiples caras hacia las relaciones sociales que la dejaban indefensa y frágil ante el mundo, sabía perfectamente que tendría que beber un par de botellines más, para ser clara y concisa, para quitarse esa presión extraña del pecho y de su mente. ¿Qué tenía, qué…? Una parte aun no adormecida por los efectos del alcohol marcaba la letra capital, la imaginación echó a volar, el primer acto de una obra teatral de una única escena, a punto de empezar, ¿Qué tenía, qué…? Una mirada profunda que algo escondía una actitud de desaire que algo intuía, ¿Qué tenía, qué…? Comenzó a palpitar su corazón fuertemente, algo no marchaba bien, su intuición le decía que se marchara del lugar, que se fuera, que deber no era estar allí, pero ¿Adónde iría si no? ¿Qué tenía, qué…? Aquel hombre era superior a sus fuerzas, otra parte de su yo profundo subrayaba que necesitaba ayuda, que había aparecido en su vida por algo… ¿Qué tenía, qué…? Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido ¿Qué tenía, qué? Sucia de besos y arena yo me la llevé del río. Sucio de besos y arena, yo te llevé del río. ¿Qué tenía, qué? Esto no es normal, no señor, no ¿Qué tenía qué? Al final, nos acabamos enganchando ¿Qué tenía qué?
domingo, 2 de marzo de 2008
Lady Sisiak & Seres Dormidos IV
Etiquetas: Lady Sisiak y Delirium Tremens
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2 comentarios:
(...)
(...) estamos solos querido, SOLOS, ahora que podemos disfrutar de esta situación, ¿Nos metemos un par de tiros juntos? Date prisa, que así no compartimos
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