-¿Pero tú en realidad, qué tipo de relación tenías con tus padres?- preguntándola esto, entreabrió cuanto más pudo sus grandes ojos oscuros, decorados, maquillados con una gruesa línea negra en el párpado, con una espesa capa de rímel apelmazadora en sus pestañas quemadas por la rutina de la capa y espada de las máscaras, con un extraño velo amarillento-rojizo en la retina provocado por la ingesta y consumición de cuatro tercios.
Guardó un profundo silencio meditabundo, de ésos donde uno se adentra en la esfera colindante del recuerdo con el presente, ¿Qué necesidad tenía de preguntarla aquello?, un enfrentamiento con el yo realista y el yo romántico, una colisión entre la fantasía y lo cotidiano, tan fácil de entrar, tan difícil de salir… se trató pues de una pausa eterna, delatadora, que abría uno de tantos ventanales existenciales. A causa del mutis inconsciente, dado que si pensamos no existimos, la vida seguía su curso vertiginosamente, Susana había concluido la escena charlando ahora animadamente con Hamal, le había jurar al principio de la noche, que en el caso de ir la escena más allá de lo establecido –un simple coqueteo- tendría que mover cielo con tierra para que no acabara follándosele y más tarde arrepentirse por ser infiel a ella misma y caer de nuevo en los brazos de un hombre que la humillaría, pero los intentos de mostrarse como una amiga leal, servían en balde, al parecer cada uno tenía que cuidarse solito.
Con cierta sensación de incomodidad, desviando la mirada, absorbida por la música chill-out con variante de flamenco de Paco de Lucía, recién salido del horno ibicenco tan de moda por entonces, fijó sus pupilas en él, que casualmente la estaba observando; sonrisas recíprocas, guiño de ojo derecho del ente masculino, meloso gesto de asentimiento del entre femenino seguido por un contundente escalofrío nacido de la boca de su estómago, afirmó a Aidé lo evidente.
Una carcajada, una risa estridente repleta de carestía de alma y de bella humana, innatural, mezquina, carcomida de Susana, que acababa de incorporarse de su silla, contoneando su cuerpo sin encantos, un cuerpo machacado por los años de abulia, pereza con única mira a los entornos de diversión; un escote que nada mostraba, pues sus pechos precozmente, quedáronse diminutos, caídos, repletos de estrías, demasiados seres habían disfrutado ya de ellos y su color, su tono, así lo denotaban.
-Hamal, ¿Quieres otra?
-Sí, pero quiero otra de ti, preciosa…- agarrándola fuertemente, la sentó sobre sus rodillas y la comenzó a besar empalagosamente, de esa forma que conlleva desde la hipocresía del deseo hasta la provocación desmesurada. Aidé optó por ir ella misma a por otro tercio, su tercio. Daba lo mismo quien pagase, Susana se las arreglaba para que Hamal le invitase toda la madrugada y también a ella, pero Aidé prefería abonar sus propios gastos, le podía resultar conveniente ahorrar de cuenta ajena, pero no a base de fingir comodidad donde no la había, no tenía porqué rebajar su persona hasta ésos calibres para emborracharse. Sabía que estaba volviendo a entrar en la espiral, la misma que la convertía en un ser sin moral ni juicio, en un ser destructivo, insensible, en una hormiga que sigue a las demás sin darse cuenta que existen infinidad de rumbos hacia el encanto.
-¿Qué tal?
-Tirando, que no es poco…- dijo pegando un trago a su cerveza; por lo menos la hablaba, todo un logro para ella ya que pensaba que desde aquella la ignoraría medianamente como bien procede el aprovechamiento de determinadas personas.
-Aidé, no he podido dormir en toda la noche.
-Yo tampoco, por eso me fui tan temprano- encendió un cigarrillo
¿Por qué demonios me hablas aquí rodeado de todos éstos que lo único que nos van a hacer es daño?
-Lo sé
-Por cierto, guapo tu perro
-Eso díselo a él, no a mí- bromeó.
Jugando con las órbitas de la reminiscencia, la misma que de un lado a otro sugería el conocimiento de todos los seres, depositó encaprichadamente la peonza intuitiva en las manos de la niña disfrazada de mujer, así el recuerdo, esa necesidad de consumir el viento, de frenar los torbellinos ancestrales que agitaban su día a día. Veíale aposentado en el trono de las penas sin condena, simbolizando de un modo u otro el perfecto intérprete; pisando, pisando torpemente, en desequilibrio, saltando así al tablado, todo estaba claro, porque la predicción de la estulticia tras la miradas lascivas cual lobo en búsqueda de sustento por las estepas, provocaba pisar la forja ardiente, más nada dolía, porque aguantar los descensos al inframundo enajenado se le antojaban como apetitosos, conocía de sobra las costumbres; dicen que todo aquello que perciben y sienten los cachorros de la especie creado de barro, aguantan este tipo de cicatrices hasta el último suspiro, hasta que Marta les roba el punto final de los finales, dolor o rabia lo cierto era que adoraba permanecer temporadas en aquella barquita de papel dentro de un vaso de agua putrefacto. ¿Masoquismo quizá?
Todo acontecía con absoluta rapidez, no había pausa alguna, ni siquiera en las veladas del inconsciente; cuando el paso era ligero, miraba las horas del reloj pasar, con un asombro decadente en pos de las debilidades perezosas; más cuando el minutero quedaba olvidado, la vida podía ser apreciada con sutil belleza de encanto; necesidad de exilio por un lado, la devoción por los crueles parajes por otro, señalaban con humo y espeso raciocinio que aquella no era su morada de aprendizaje, ¿Cuál era entonces?
sábado, 22 de marzo de 2008
Lady Sisiak & Seres Dormidos X
imagen de Israel Zzepda
nuevo blog de Lady Sisiak dedicado a cosmadas varias
Etiquetas: Lady Sisiak y Delirium Tremens
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2 comentarios:
Cualquier situación puede servir de aprendizaje, otra cosa es lo trasquilado que salga quien se instruye.
Saludos.
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