Lady Sisiak & Delirium tremens XVII

Alerta felina, así denomino las rachas de ansiedad álgidas, donde apenas puedo hacer nada, los días transcurren rápidamente entre tres paquetes de tabaco, tan pronto leyendo un par de páginas sin concentrarme apenas como ordenando y desordenando la casa; las conversaciones se ven teñidas de autismo apático o bien de euforia excesiva, y todo ello, con la firme sospecha de, que algo va a ocurrir en cualquier instante.

-¡¿Qué he hecho yo para merecerme esto?!- clásica pregunta existencialista en boca de Judith- ¡Sisia, quítame este mal de ojo porque no puedo más, no puedo más!

-Ya te he dicho que no tienes ningún mal de ojo…- repetí tras apagar un cigarro e ipso facto encendí otro.

-¿Dónde están los hombres decentes, dónde?- el tono trágico de Judith, no desalentaba, era como estar en una obra de teatro gratuita y encima, de las buenas- Me hizo bajar a Oporto… ¡Oporto! La gente me miraba como si fuera una puta ¡Te lo juro!

-Espérate… ¿De quien coño estás hablando?- interrumpí

-¡Sisiaaaa! ¡De David, joder David!- explicó herida por la falta de atención, aunque yo aun ni sabía a quien se refería, David, ¿Qué David?- Repugnante… y eso que no soy racista, pero esos chumecas borrachos son lo peor. – sentenció agitando las manos.

-Ni pincho ni corto, todo hombre borracho es lo peor

-Luego encima por la mañana, me llevó de turismo por Carabanchel, ¡Qué asco señor!- silenció un instante, donde creo que fue consciente de lo irracional que era su conversación.- ¿Y tú qué? ¿Qué pasa con el tío rotado?

-He quedado con él…- murmuré


-¡Qué bien! ¿No?

-No, no es nada bueno- respondí- Un tipo así en mi vida más vale tenerle una noche y punto pelota, tiene una energía altamente adictiva, engancha sin más y no sólo por como es en la cama... –exhalé el humo- te trata como ser humano en los postpolvos, eso apenas se encuentra ya, se puede hablar de todo con él sin necesidad de caer en nada absurdo- puntualicé rápidamente.

-No quieres quemarte ¿Verdad?- afortunadamente, Judith tenía salidas muy buenas pese a su visión pija en ciertos aspectos de la vida, de tonta, ni un pelo tenía.

-Desde que estuve con Fran, no he sentido nada igual.- Fran, única relación estable en mi órbita de amantes, tres años de idilio, un aborto, convivencia, cientos de viajes y amigos de por medio; cuando concluyó, pasé siete meses al borde de la muerte, no comía, no dormía y el suicidio era una idea que replanteaba cada día, que como no, cuando daba el paso, se veían frustrados por la aparición espontanea de la Guarda Civil o de alguna amiga… ahora creo que se entiende mi promiscuidad

-Arriésgate por una vez- aconsejó con voz infantil- Quien no apuesta no gana.

-El problema es, que seguramente él no quiera arriesgar.

Más tarde me enteré, que ése David, era un compañero de trabajo, nueve años mayor que ella, encarrilado en la última oportunidad que le dio la vida de los caminos oscuros de la adicción, donde abandonó primero una carrera ilustre para irse de cundas día si, día también y luego acabó con todo tipo de herencia o ayuda familiar, cuando vendió objetos personales de la familia; el clásico prototipo Judithano, que abogaba por dar una oportunidad a los sufridores de la vida.