Altivo baluarte del ayer que hoy posas sin perder de vista el horizonte, el tiempo y los besos trepadores de una mar encaprichada te redujeron a un mero desafío a la gravedad, que en el ocaso de tus días te recortas como un toro de Osborne en una carretera de ondas concéntricas, busqué los matacanes de tus muros entre los fondos y ninguna sirena me supo responder.
sábado, 5 de enero de 2008
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