viernes, 8 de febrero de 2008

TINDAYA O EL PULSO CONTRA LA MEZQUINDAD



Chillida y Peña Ganchegui: Plaza de las libertades vascas, Vitoria-Gasteiz.


El origen del proyecto no está en Tindaya. La idea original era hacer una escultura colosal aprovechando la excavación de una cantera. Es decir: dada una explotación de extracción de piedra, ésta se realiza con una planificación cuyo resultado final, en lugar de un vacío residual, es un vacío escultórico.

Canteras de piedra existen muchas, pero la extracción es más económica y más segura “a cielo abierto”, por lo que el escultor dispondría solamente de cinco de los seis lados. Había que “trastocar” el orden de los factores si deseaba esa “sexta cara”.

Osea, que en Tindaya solamente hay un cambio de orden de las fases, de forma y manera que en ese lugar, o en otro cualquiera de belleza similar (los yacimientos suelen estar en lugares remotos), estaba previsto excavar una cantera con independencia del concurso de Chillida. La explotación económica, en cualquier caso, parece necesaria para costear el proyecto, así como la intervención de la ingeniería de Fernández Ordóñez, puesto que al tratarse de una caverna, y por motivos evidentes de seguridad, la excavación necesita de esa supervisión para evitar derrumbes.

Lo que me enerva de esta polémica es que las críticas (incluso de gente con cierta formación en el mundo del arte, como El Roto) no tienen nada que ver con la estética, sino con consideraciones mezquinas acerca de las aspiraciones del artista. ¿Es que acaso las espiraciones de un artista no son legítimas? ¿No se debe aspirar a lo MÁXIMO? ¿Hay que fingir humildad, poner los ojos hacia el cielo y suspirar para no provocar la ira de los semejantes? Parece que sí, al menos en este país, cuyo vicio principal dicen que es la envidia.

No hay comentarios: