Lady Sisial & Delirium tremens VIII

Por error, era conejilla de indias, me estaban dando una medicación recién salida al Imperio de las Drogas Legales, desconocían sus efectos a largo plazo; por eso estaba tirada en uno de los sillones de la sala común, siendo un individuo más al que enajenan y dominan, al que le expropian la existencia a través de fármacos, los cuales por cierto, más tarde, cuando me diesen el alta, vendería en Las Barranquillas o en Tirso de Molina a yonkis con mono de exilio. A pesar de todo, no era la única ahí postrada babeando, si mal no recuerdo éramos entorno seis personas… Sin embargo aquella mañana, creí que era inmune al antipsicótico, cuando vi a aquel ángel, aquella figura tan hermosa, tan proporcionada, tan espiritualizada, tan linda y radiante ante mis ojos, más aun ante su escote, que desde hacía siglos, desde mi ingreso, se me había privado de tal gusto y es que, allí, en la planta de psiquiatría del Gregorio Marañón, pese a vestir todos de calle, la ropa debía ser lo más austera posible –además de robarnos los cordones, los abalorios, los pendientes…- por ello sospeché que era una alucinación. Pero estaba totalmente equivocada, era la nueva Terapeuta Ocupacional, que por desgracia, solo duraría una semana por su incompetencia ante las insinuaciones de los pacientes y es que mi angelito, mi Venus con facciones nínfulas, de cabellos rizados, de Beatus Ille renacentistas, no había pasado por desapercibida para nadie.

-¿Qué ha pasado con tus escotes, princesa?- la murmuré un día, cuando pude alejarnos de las miradas lascivas de las enfermeras.

-Calla, calla, que me han echado la bronca ésos perros porque dicen que voy provocando y eso es no apto para los pacientes…- me respondió toda ingenua ella.

Como mis poderes premonitorios estaban alienados a causa de la medicación, no vislumbré que aquel amor lésbico platónico, iba a formar parte de mi turbulenta vida de ahí en adelante.

-¡Jooo Sisia!- exclamó tirándose en MI sillón- ¿Por qué me pasa esto a mí?

-Bonita… levanta tu cuerpo anoréxico de mi sillón de anfitriona- así lo hizo, otorgándome una de sus miradas puritanas enfadada- Gracias cielo, prosigue.

-No puede ser… supuestamente lo habíamos dejado… habíamos quedado para hablar de… de… ¡Lo habíamos dejado por Messenger!

-Mira que eres cutre Judith…

-¿Qué pasa? He cogido gusto a esto desde que lo dejé así con Luis- armonizó el tono- ¡¡Que me quedé encerrada en el baño!!¡¡Qué él me rescató a la Madguiver!!Y entonces…- desarmonizó el tono, por la Diosa ¿Seguro que era Terapeuta Ocupacional o una paciente más?- Me sedujo de nuevo con dotes de persuasión.

-¿No sabes decir no, querida?

-Eso dije, pero estaba taaan excitada… - se fundió en mi sillón, aquel que horas más tarde yo respiraría su aroma fetichistamente- Me eclipsa mi caballero de copas, me… abduce con su mirada penetrante… ¡¡Me dijo que me quería!!

-Judith, eso lo dicen todos para camelarte- advertí.

-Oh… vamos… siempre con esos argumentos feministas. ¿No crees en la pasión? ¿En el amor?

Esa maldita Madame Bovary y su “Charles, Charles ¿Esto es pasión?” me abrieron los ojos joder, estaba encerrada en mi mundo de ánimas, de tarot y astrología, en mi mundo de hombres de usar y tirar, en mi mundo reprimido bisexual porque solo tenía ojitos para ella desde aquel día en el Hospital… ¿Debía de arrojar mis prejuicios, abandonar mi escudo y buscar un amor verdadero? Ni soñarlo, en el pasado ya me hicieron daño.

-Venga bonita… dame su fecha, hora y lugar de nacimiento, que os hago la carta astral compuesta- concluí