miércoles, 9 de abril de 2008

Lady Sisiak & Seres Dormidos XII

-Vente a mi casa y hablamos un rato, si quieres- sugirió

Mas la noche parecía que de nuevo estaba llegando a su fin, un final con un principio; echó un vistazo al local, Hamal ya no estaba en el lugar y Susana charlaba animadamente con el camarero, un joven que ni si quiera pudiera llegar a los dieciocho años y con el rostro plagado de bultos sebáceos, haciendo alarde de su único tema de conversación posible: sexo y drogas; quizá la existencia sólo se tratase de eso, de una espiral devoradora, donde la rebeldía, influencias y entorno de un principio, abrían las puertas hacia el asedio de los excesos y así acabar, conforme pasan los años, en una rutina malévola de dependencias. He aquí tal vez la debilidad del ser humano, un animal malamente llamado racional que repleto de debilidades, acababa sacrificando su vida en merced de no disfrutarla, ¿Pero acaso existía algo placentero que a la larga no provocase aquello?. Así, con medio grupo disperso por el barrio de los bares, llena interiormente de una falsa autoestima bien provocada por la agrimonia adquirida en un herbolario mezclada con alcohol, con jachís, con cocaína, bien por proseguir la satisfacción de placeres químicos-carnales, -he aquí la duda de Aidé, no sabía muy bien en dónde ubicarse- accedió.

-¡Ey Aidé!- un grito, una voz familiar que interrumpía la marcha- Aidé, Aidé, ven…- era el Arquero de flechas partidas en la espiral anteriormente mencionada, bebía clandestinamente en la acera.

-¿Qué quieres?

-Aidé, ven te digo, por favor- insistió cual crío impaciente-por favor- cruzó de acera, presa tal vez de aquella voz que bien podría simbolizar sufrimiento

-Dime

-¿Todo bien?- le miró fijamente a los ojos, parecía que estaba apunto de echarse a llorar, eso o que llevaba un estado de embriaguez profundo, pero a juzgar por su tono de voz, no iba aun muy colocado.

-Sí tío

-¿Y por qué no te quedas, eh?- un Arquero, un buen Arquero siempre rescatará a cualquier dama, pese a estar anulado- mira, tenemos una botella de Red Label, bebe si quieres, un par de canutos y …

-Arquero, me voy-pronunció decidida

-Quédate Aidé- insistió del mismo modo en que la llamó

-Adiós, nos vemos tío-

Cruzó de nuevo la acera volviendo con Rodrigo, ahora sintiéndose débil, malvada, promiscua, mezquina sin motivo, quizá su amigo intentaba ayudarla, advertirla que no fuera con él, a fin de cuentas, era quien los había presentado, pero éste no era como los demás, la amistad que había entre ambos era de mutua ayuda, no de roce, así por lo menos lo veía ella

- Venga, nos vamos.

-Escucha… si tienes algo con…

-¡Aidé!- insistió desde la otra orilla de la ciénaga.

-¿Qué voy a tener yo con él? Somos amigos y punto

-¡Ven Aidé!- la escena pasó a convertirse en la tensión de dos mundos afligidos, como la dualidad de una espada, forjada con ansias de libertad y rencor.

-Mira- dijo agarrándola fuertemente de los brazos- ¿No ves que este tío es un colgado de la vida?- ella, en tanto hizo un ademán de liberarse, se dio cuenta de cuánto le gusta verse en el papel de presa ¿Por qué?- está tirado, tirado, joder. Es un puto don nadie.

En aquel momento la entraron ganas de decirle que se fuera él solo y la dejase en paz, pero sabía que mucha razón tenía, conocido era el Arquero por sus devaneos con las cundas, la base y el alcohol; vivía de chanchullos simples, reventa de hurtos de bajo calibre y de pasar de vez en cuando costo. No era un mal tipo en el fondo, pese a carecer de respeto hacia sí mismo a ésas alturas de dependencia, aun guardaba bondad en su interior…

-Es mi amigo, hizo bastante por mí en su momento y venga, vámonos por favor- concluyó más modosamente, abrazándole.