sábado, 15 de marzo de 2008

Lady Sisiak & Seres Dormidos VIII

Aguantando, forzando su vejiga a favor de la continencia urinaria, cruzada de piernas, fumándose un cigarrillo, mirándose y mirando a través del espejo a sus compañeras de aseo, descubrió tras el dios cuadrangular el defecto que llevaba días persiguiéndola de nuevo, sin saber si era realidad o ficción en el fondo; padeció repentinamente un ligero estado de símil o comparación con una cucaracha, daño colateral del alcohol, lo cierto era que el inconsciente quedó abierto y brotaron todas esas cosas, todos esos pensamientos que llevaba grabado en el interior. Apreció su cuerpo como ancho, gordo, fondón, lleno de defectos similares a los de una cuarentona y apenas tenía veinticinco… era mentira todo eso, pero para ella, para Aidé, todo tenía validez. Se preguntó qué demonios pintaba ella allí, odiaba ese ambiente, era un entorno falso, perfección de ensueños, ensueños de perfección, una burbuja simplemente que siempre deparaba en el mismo punto de desgracia, ¿Cómo se había dejado llevar hasta ese punto? Era una idea rápida, veloz, que atravesó por su mente, una pequeña voz de su conciencia, si es que tenía. Porque odiaba a todo y a todos del asco y de la repugnancia que padecía hacia ella misma.

Su turno, le tocaba, ya era hora, no había nada mejor que liberarse de esa carga anulo perceptiva cuando una estaba borracha; metió un par de rollos de papel higiénico en su bolso, así no tendría que ocuparse en comprarlos más adelante. Echó un vistazo, merodeó inquisitivamente por todos los rincones del inodoro, premio, efectivamente había restos de cocaína desperdiciados por unos consumidores adinerados, desagradecidos. No tenía dinero para comprarla, tampoco se consideraba una adicta, pero era una vía perfecta para bajar aquella nebulosa de alcohol, para entrar en el círculo hiperactivo idóneo, para mostrarse social, para adelgazar y por qué no, para destruirse un poco más a ella misma e ir tachando los días de su vida. Sabía perfectamente que se estaba dejando arrastrar de nuevo por las espirales devoradoras, la misma que años atrás había logrado escapar, curiosamente, sentía que estaba predestinada a ella.

Y presa, víctima de la ingesta de la madrugada, rodeada de extraños afines, tuvo la sensación de conocer a todos ellos desde el primer al último día de sus existencias, todo tan familiar, las risas, las carcajadas, los diálogos absurdos que salían por un rincón y se extendían como murmullos por toda la amplia sala; precaria nostalgia que no nostalgia precaria, embriagada por el falso recuerdo que nunca había vivido, porque eran sus padres los que esa vida llevaban, porque en el fondo, una pequeña y diminuta parte de su ser, conformaba parte de ése ambiente sin ella haberlo elegido.

No quiso, no quiso, fue él quien se cruzó en su camino, fue él quien la cogió por la cintura, fue él quien la estrechó y la abrazó como hacía tanto tiempo que nadie de ésa forma la agarraba, ya le había visto, ya se habían saludado, pero ¿Qué hacer cuando es más fuerte el destino? ¿Cómo actuar cuando nadie lleva las riendas de su sino?

-Estoy mal Aidé, estoy mal…- murmuraba

-Lo sé Rodrigo, lo sé…

-Esto no es normal, no, no puede pasar.

Pero pasó.

2 comentarios:

Nómada planetario dijo...

Al final encontró a alguien que subiera la autoestima de Aidé.
Está bien trazado el relato. Tienes talento para esto, lo que es un tanto reiterado es la coca en tus narraciones.
Saludos.

*LaDy SiSiaK* dijo...

jajajja no te apresures querido!!! Que éste menda provoca estragos...

Gracias por sonrojarme jejejej pero sip, cierto que la farla aparece bastante en lo que escribo, denuncio o comunico realmente lo q puede pasar con ella??psss Eu non sé.