Pudiera ser que adoraba la vida despreocupada y parasitaria que llevaba, aquel año en paro fue uno de los más bellos en mi existencia, le cogí tanto gusto que me propuse ahorrar un tanto todos los meses para alargar aquel periodo de vida sabática, además de hacer algún que otro chanchullo mediocre, el caso está en que llegué a atesorar lo suficiente como para estar otros doce meses sin ser esclava de la rutina enajenada laboral pero me convertí pues, en una tacaña de amplia envergadura; ello daba lugar a tener todo el tiempo del mundo, luego padecía diversas pajas mentales por la mañana que se resolverían después, por la noche, además de acentuar mis adicciones varias, el número de mis amantes, mis múltiples estudios esotéricos y concluí con éxito alguna novela que otra, pero sólo una de ellas vería la galaxia de las editoriales… Creía que mis mañanas eran imperturbables, placenteras y bucólicas, creía, bien dicho, porque antes o después, llegarían los desayunos terapéuticos para mi infortunio.
- ¡Le mato, Sisia, le matooo!- vociferaba Judith en estado de histeria- ¡Me cargo a ese indeseable, como que me llamo María Judith Esperada García-Ripoll!
-¿Eso es un apellido compuesto o tres seguidos?- pregunté asombrada.
-¡Argggg!- dijo dando un portazo- ¡Uno!- tomó aire, el suficiente como para darme a entender que tenía tres nombres para su desdicha- ¡Ése hijo de puta me ha pegado una venérea!
-¿SIDA, sífilis, gonococia…?- pregunté con sarcasmo al pensar que se trataría de una simple uretritis.
-¡No, un chancroide!
-¿Un qué?- pregunté extrañada
-Una úlcera que da repulsión, tengo unos bultos asquerosos amarillos del tamaño de mis uñas en mi pobre vagina…- pronunció con repugnancia.
-¡Por la Diosa!
-Mi ginecóloga se ha quedado a cuadros. -Y para no quedarse, dado que más tarde descubrí vía internet que esa enfermedad sólo es habitual en los países en vías de desarrollo, luego era una evidencia que, aquel viaje solidario que tanto fardaba a Judith, el Caballero de Copas a Tailandia, escondía posiblemente un tormentoso turismo sexual, o que quizá se había enamorado perdidamente de una tailandesa, cosa poco probable. - ¡Y yo pensando en dejar que diese por culo!- lloraba en mi hombro mi dulce nínfula, cuando sonó mi móvil.
“¿Aun sigue en pie la oferta de la agencia ésa? Jeje…Una forma lamentable de pedir perdón por el plantón del otro día, ¿Verdad?”
Ni tuve que reconocer el número de teléfono para saber que era él. Él. ¿Cuántas vueltas daba la vida para que ambos actuásemos de semejante manera? ¿Qué tenía planeado el inescrutable destino para que nos diese otra oportunidad para conocernos? Mi cuerpo se estremeció, hacía siglos que no se agitaba por un hombre… pero tenía que hacerme de rogar de alguna manera sutil, tardaría dos días en responderle.
En cuanto a Judith, estuvo dos semanas a base de antibióticos y pomadas extrañas, el chancroide pasó a la historia, como su falso Caballero de Copas y es que, hay a veces, que las cartas, por albedrío de las ánimas, no dicen todo en cuanto a lo que va a suceder.
Fotografía de Francisco de Asís Gimenez Rocamora
3 comentarios:
Pobre Judith...
Je,je,je...Hay cosas peores que las venéreas...
Madre mía a donde ira la hisotria el próximo día???. Mmmm ...Creo que a donde tú quieras pero yo no tengo ni idea.
¡Jo! Pues seguiré esperando la continuación.
¿quién ha borrado ese comentario?, porque YO NO
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